Coincidiendo con el 75 aniversario del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), su presidente Emilio Lora-Tamayo ha declarado que la “fuga de cerebros” de "investigadores ya formados" es una “leyenda urbana exagerada" [1]. Desde la Federación de Jóvenes Investigadores/Precarios, queremos expresar nuestro malestar con esta declaración. El problema estructural es la falta de fondos para seguir investigando en este país. Un dato esclarecedor es el de los recortes acumulados desde 2009 en la partida presupuestaria dedicada a I+D+i que supera el 40% [2]. En total, el gasto durante el año pasado en I+D supuso el 1,24% del PIB, muy por debajo de la media europea, situada en el 2% [3], y claramente inferior al objetivo del 3% que marca la UE para 2020 [4]. Además, desde 2010, la pérdida de empleo acumulada en I+D+i ha sido del 8.2% [4].
En sus declaraciones, el señor Lora-Tamayo, responsable de la eliminación del programa de reincorporación de talento al CSIC (en marcha desde 2006), subraya que en el CSIC se van pocos de los científicos asentados, “de los nuestros”. Olvida decir que en el CSIC, de esos “científicos asentados” o funcionarios con plaza fija, solo un 5% tiene menos de 40 años.[5] La inmensa mayoría de los jóvenes investigadores no tiene ningún tipo de estabilidad y se ve condenado a la precariedad o el exilio. También afirma que en los dos últimos años han salido del CSIC 950 personas “no por que se vayan, sino por que han terminado su contrato”. No dice que en 2013 únicamente se ofertaron 5 plazas. Así, de facto se ha paralizado en este país la carrera investigadora, reduciendo o eliminando de manera drástica todos los contratos, sin opción a continuar investigando en España. Y nadie parece ser responsable.
Esperamos que el señor Lora-Tamayo y resto de responsables políticos hayan escuchado con atención las palabras de Felipe VI [6], quien denunció que el Estado español no puede permitirse el lujo de preparar a jóvenes científicos "para que salgan al extranjero sin retorno posible", debido a "una tasa de paro inaceptable", y ha llamado a evitar "un lapso generacional" que llevaría al país a "un retraso difícil de remontar". En palabras del propio Lora-Tamayo: “traer a gente buena es una inversión de ahora, pero da sus frutos después”. Lamentablemente, lo que se está sembrando es un desierto inmenso del que costará décadas salir.
La movilidad exterior es beneficiosa para la comunidad científica, pero el exilio forzado sin posibilidad de retorno no es beneficioso ni para la comunidad científica ni para el conjunto de la sociedad española.