La conservación de la naturaleza es una de las vocaciones más claras y tempranas.
Si te acercas con cuidado a cualquier cine local, y te cuelas despacito en una sala donde estén echando una de esas pelis de animación con animales, podrás percibir la fuerza de la vocación conservacionista en las hordas de niños que gritan a la pantalla.Luego esos niños crecen y las vocaciones se transforman y diluyen. Algunos acaban siendo políticos y hay que recordarles de vez en cuando el niño que fueron.
Divertida campaña de Greenpeace adelantándose a las elecciones españolas de diciembre 2015 |
Afortunadamente, muchísimos biólogos, ambientólogos, veterinarios… siguen surgiendo de la vocación por la protección del medio ambiente.
Y a estos les costará más olvidarse... ¿eres tú uno de ellos?
Por supuesto, no siempre saldrá bien, y será duro cuando no puedas rehabilitar y liberar a un animal, o cuando incluso algunos mueran bajo tu cuidado. Y quizá también, cuando veas que cada primavera vuelven a llenarse tus salas de cuarentena con las mismas especies, sentirás rabia e impotencia por no poder hacer más...
Otra opción sería crear una consultoría, o trabajar para una, y dedicarte, por ejemplo, a estimar la distribución y poblaciones de mamíferos amenazados, empleando tu jornada laboral en patear salvajes bellísimos ríos de montaña.
Además de disfrutar directamente de la naturaleza cada día, con la información que obtengas a través de tus censos, podrías ayudar a que, por ejemplo, una empresa constructora modifique en sus planes el emplazamiento de un nuevo embalse, salvando de un golpe todos los pequeños mamíferos acuáticos que viven en cierta garganta.
Pero quizá lo del embalse te sabe a poco, y lo que quieres es poder actuar a mayor escala, que tu trabajo tenga el potencial de proteger ecosistemas enteros, quizá incluso a escala global. Una forma de intentarlo sería hacerte científico y, por ejemplo, estudiar los efectos del cambio climático en un laboratorio marino…
Los resultados de tus investigaciones tendrían el potencial de llamar la atención sobre problemas globales, y quizá servirían para encontrar formas de solventar o paliar esos problemas.
Sin embargo, esta opción también tiene sus complicaciones: Requiere, para empezar, de muchos y sufridos años de formación académica. Una vez conseguida la suficiencia investigadora, el proceso científico suele ser largo y, normalmente, cualquier posible aplicación directa de tus eventuales descubrimientos tardará años en poder implementarse. ¡Y eso si consigues publicarlo!
Además, algo muy importante a tener en cuenta es que, a no ser que estés forrado como Batman, tu ciencia dependerá en gran parte de si consigues o no convencer a las fuentes de financiación de que tus proyectos merecen la pena.
Este último problema afecta a casi todas las profesiones relacionadas con la conservación. Gran parte del trabajo que desempeñan técnicos, consultores y científicos depende de financiación externa.
Hoy por hoy, hace falta dinero para preservar la naturaleza... ¿Y quién decide en qué se gasta el dinero?
Por ello, las organizaciones conservacionistas pueden tener una gran influencia en qué y cómo se conserva, mediante su rol como asesoras y su impacto mediático.
El medio ambiente no se protege si la gente no muestra interés por él. De ahí que muchas organizaciones conservacionistas se esfuercen en influir en la opinión pública a través de campañas publicitarias virales, acciones espectaculares, colaboraciones con estrellas mediáticas… Dos claros ejemplos son Greenpeace o Sea Shepherd.
Otras organizaciones, como la IUCN, siguen una estrategia más directa, al colaborar con gobiernos, corporaciones y empresas, proporcionando información y asesoramiento científico para servir de referencia a la hora de redactar leyes, o de tomar decisiones con posibles efectos en el medio ambiente.
Este rol de “asesor” limita en parte el potencial impacto mediático (la IUCN perdería rápidamente su reputación ante los gobiernos si fletase una nave corsaria para abordar balleneros japoneses).
Por otra parte, como los gobiernos suelen tener la última palabra en cuanto a, por ejemplo, cuántos centros de recuperación abrir, dónde construir un embalse, o qué tipo de investigación financiar... las organizaciones asesoras pueden tener una enorme influencia.
Hoy en bioblogia.net tenemos la suerte de contar con alguien que nos va a dar información de primera mano sobre cómo es trabajar para la IUCN, la organización decana de la conservación en el mundo.
Con todos vosotros...
Sus sedes están repartidas por más de 45 países y está involucrada en cientos de proyectos a través del globo. Aunque IUCN trabaja en muy diversas áreas relacionadas con la conservación (bosques, zonas protegidas, políticas ambientales, etc.), quizá por lo que es más reconocida es por su trabajo con la Lista Roja de Especies Amenazadas.
La Lista Roja de IUCN es el estándar más aceptado y establecido a nivel global para evaluar el riesgo de extinción de las distintas especies en base a una serie de categorías y criterios científicos. La Lista Roja es reconocida por evaluar especies a nivel global, pero los criterios se pueden también aplicar a nivel regional.
También colaboré con el Jardín Botánico de Madrid, manejando los pliegos en el herbario, y durante el quinto año de carrera, conseguí una beca de colaboración en el Departamento de Ecología, donde estudié el efecto de distintos tóxicos en diferentes especies vegetales.
Pero quizá lo que más importancia tuvo a la hora de conseguir mi empleo en la IUCN es que me escapé un año a UK con una beca Erasmus. Allí, aparte de mejorar mi inglés me familiaricé con otros enfoques a la gestión y conservación del medio ambiente y pude aprovechar un programa de trabajo de campo en Kenia a través de la universidad.
Tras terminar la licenciatura, volví a UK para hacer un máster en Conservación de Biodiversidad. Durante el máster, participé como voluntaria en un proyecto de control de especies invasoras y en distintos eventos de comunicación ambiental.
Mientras estudiaba el máster, conseguí unas prácticas en IUCN en Bruselas, y mi universidad inglesa me permitió compaginar las prácticas con el máster. Tras 6 meses de prácticas me contrataron en IUCN, y aquí llevo ya más de un año y medio.
Fue un periodo muy intenso, trabajando a tiempo completo y finalizando el máster y la tesis por las noches… pero mereció la pena.
Dependiendo de la fase del proyecto en la que esté, los días pueden ser muy diferentes: desde formar a expertos taxonómicos en aplicar las Categorías y los Criterios de la Lista Roja, a redactar propuestas de proyectos, o a presentar los resultados de la Lista Roja en conferencias o seminarios, tanto para el público general como a nivel institucional en la Comisión o el Parlamento Europeo.
Por ejemplo, ahora estamos en la fase de inicio de un proyecto muy grande, que incluye varias listas rojas. Esto implica identificar expertos regionales y coordinadores, y organizar varios tipos de talleres: por ejemplo, talleres de “entrenamiento” en la aplicación de las pautas de selección de especies, o en el uso de nuestras bases de datos.
Ahora mismo estoy preparando un taller en el que evaluaremos especies de saltamontes y grillos en los Alpes franceses, e incluiremos alguna jornada de campo para aprender a identificar las distintas especies.
También, trabajando aquí en Bruselas, hay infinidad de seminarios, reuniones, conferencias… y nos invitan como expertos independientes a muchas de estas charlas. Por ejemplo, hace poco presenté la Lista Roja de abejas en el directorado de Agricultura.
Lo mejor es el contacto con los expertos, ya que cada día se descubre algo nuevo y nunca se deja de aprender. También es muy satisfactorio ver el ciclo de un proyecto de principio (desde la redacción de una propuesta) a fin (con el resultado final de una publicación), y sobre todo ver que los resultados se toman en cuenta para proceder con acciones de conservación y son útiles para concienciar a la ciudadanía y a los políticos, como los resultados de la Lista Roja Europea de Abejas.
Es también difícil ver que siempre faltan fondos para realizar más investigación y que a veces el conocimiento científico que proporcionamos no se toma en cuenta o no hay suficientes recursos como para traducirlo en acciones de conservación directas.
Aunque IUCN tiene 3 idiomas oficiales (inglés, francés y español), la organización trabaja con expertos de todo el mundo, y manejar varios idiomas es muy valioso. El inglés es por supuesto imprescindible, y vivir en un país de habla inglesa me ayudó a mejorar muchísimo.
Otra habilidad necesaria es el pensamiento analítico: por ejemplo, para saber conectar todos los factores que entran en juego a la hora de evaluar el riesgo de extinción de una especie, y saber traducir el conocimiento científico en recomendaciones específicas en campo y legislativas.
En mi caso concreto, tener una buena base de conocimientos de ecología me ayuda a relacionar conceptos para obtener una visión global del problema que esté estudiando. Por supuesto, la experiencia de mi trabajo, revisando muchas evaluaciones, también es muy útil a la hora de entrenar mis habilidades analíticas.
1. Crea una red de contactos cuanto antes. Cuando te interese algo, no dudes en preguntar cómo puedes ayudar e involucrarte.
2. Haz voluntariado y sigue formándote constantemente: En los voluntariados ganarás habilidades prácticas y conocerás a gente que esté trabajando en los campos que te interesen. También realiza cursos, lee, investiga, sal al campo, únete a grupos de monitoreo… ¡Siempre se puede seguir aprendiendo!
3. Aunque trabajar en IUCN o WWF sería fantástico, la competición es feroz. Una forma de ganar experiencia es colaborar primero con organizaciones locales o más pequeñas.
4. Asiste a charlas y conferencias para estar al día, descubrir posibles profesiones y ampliar tu red de contactos.
5. Usa tu experiencia (voluntariados, cursos, charlas....) para afinar al máximo tus gustos ¿Qué es lo que realmente te motiva? Cuanto más especifiques tu nicho, más sencillo te resultará identificar y entrenar las habilidades necesarias para conseguir el perfil de tu trabajo ideal.
Y a estos les costará más olvidarse... ¿eres tú uno de ellos?
¿Cómo es un empleo en conservación?
Hay muchas formas de trabajar por el medio ambiente
Por ejemplo, podrías convertirte en técnico de un centro de recuperación de fauna salvaje, y sentir la satisfacción de rehabilitar animales heridos, directamente, uno por uno. Cada día que consigas devolver la libertad a un búho atropellado, llegarás a casa con una sonrisa enorme.Por supuesto, no siempre saldrá bien, y será duro cuando no puedas rehabilitar y liberar a un animal, o cuando incluso algunos mueran bajo tu cuidado. Y quizá también, cuando veas que cada primavera vuelven a llenarse tus salas de cuarentena con las mismas especies, sentirás rabia e impotencia por no poder hacer más...
Otra opción sería crear una consultoría, o trabajar para una, y dedicarte, por ejemplo, a estimar la distribución y poblaciones de mamíferos amenazados, empleando tu jornada laboral en patear salvajes bellísimos ríos de montaña.
Además de disfrutar directamente de la naturaleza cada día, con la información que obtengas a través de tus censos, podrías ayudar a que, por ejemplo, una empresa constructora modifique en sus planes el emplazamiento de un nuevo embalse, salvando de un golpe todos los pequeños mamíferos acuáticos que viven en cierta garganta.
Rastrear nutrias en ríos helados un martes por la mañana. A priori puede sonar mejor que una oficina sin ventanas. |
Los resultados de tus investigaciones tendrían el potencial de llamar la atención sobre problemas globales, y quizá servirían para encontrar formas de solventar o paliar esos problemas.
Sin embargo, esta opción también tiene sus complicaciones: Requiere, para empezar, de muchos y sufridos años de formación académica. Una vez conseguida la suficiencia investigadora, el proceso científico suele ser largo y, normalmente, cualquier posible aplicación directa de tus eventuales descubrimientos tardará años en poder implementarse. ¡Y eso si consigues publicarlo!
Además, algo muy importante a tener en cuenta es que, a no ser que estés forrado como Batman, tu ciencia dependerá en gran parte de si consigues o no convencer a las fuentes de financiación de que tus proyectos merecen la pena.
Este último problema afecta a casi todas las profesiones relacionadas con la conservación. Gran parte del trabajo que desempeñan técnicos, consultores y científicos depende de financiación externa.
Hoy por hoy, hace falta dinero para preservar la naturaleza... ¿Y quién decide en qué se gasta el dinero?
Una forma especialmente efectiva de conservar la naturaleza
Gobiernos, empresas, fundaciones... basan sus decisiones de presupuesto en las peticiones de sus ciudadanos y clientes y, en última instancia, en la información que les proporcionan sus asesores.Por ello, las organizaciones conservacionistas pueden tener una gran influencia en qué y cómo se conserva, mediante su rol como asesoras y su impacto mediático.
El medio ambiente no se protege si la gente no muestra interés por él. De ahí que muchas organizaciones conservacionistas se esfuercen en influir en la opinión pública a través de campañas publicitarias virales, acciones espectaculares, colaboraciones con estrellas mediáticas… Dos claros ejemplos son Greenpeace o Sea Shepherd.
Anda que no molan los de Sea Shepherd...
Otras organizaciones, como la IUCN, siguen una estrategia más directa, al colaborar con gobiernos, corporaciones y empresas, proporcionando información y asesoramiento científico para servir de referencia a la hora de redactar leyes, o de tomar decisiones con posibles efectos en el medio ambiente.
Este rol de “asesor” limita en parte el potencial impacto mediático (la IUCN perdería rápidamente su reputación ante los gobiernos si fletase una nave corsaria para abordar balleneros japoneses).
Por otra parte, como los gobiernos suelen tener la última palabra en cuanto a, por ejemplo, cuántos centros de recuperación abrir, dónde construir un embalse, o qué tipo de investigación financiar... las organizaciones asesoras pueden tener una enorme influencia.
Hoy en bioblogia.net tenemos la suerte de contar con alguien que nos va a dar información de primera mano sobre cómo es trabajar para la IUCN, la organización decana de la conservación en el mundo.
Con todos vosotros...
Mariana García
Mariana García es una ambientóloga española que ha trabajado como Asistente de Conservación de Biodiversidad en IUCN, en su sede de Bruselas. Nos costó mucho encontrar hueco, pero finalmente hemos conseguido escribir entre los dos esta entrada en el blog. Esperamos que os resulte interesante.Mariana, ¿nos puedes describir qué es la IUCN?
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés) es la organización ambiental más grande y antigua de todo el mundo.Sus sedes están repartidas por más de 45 países y está involucrada en cientos de proyectos a través del globo. Aunque IUCN trabaja en muy diversas áreas relacionadas con la conservación (bosques, zonas protegidas, políticas ambientales, etc.), quizá por lo que es más reconocida es por su trabajo con la Lista Roja de Especies Amenazadas.
By Status_iucn3.1.svg: User:Pengoderivative work: mario modesto (Status_iucn3.1.svg) [CC BY 2.5 (http://creativecommons.org/licenses/by/2.5) or CC BY 2.5 (http://creativecommons.org/licenses/by/2.5)], via Wikimedia Commons |
La Lista Roja de IUCN es el estándar más aceptado y establecido a nivel global para evaluar el riesgo de extinción de las distintas especies en base a una serie de categorías y criterios científicos. La Lista Roja es reconocida por evaluar especies a nivel global, pero los criterios se pueden también aplicar a nivel regional.
¿Cómo conseguiste tu puesto de trabajo? ¿Cuál ha sido tu trayectoria hasta ahora?
Estudié Ciencias Ambientales en Badajoz (España). Durante la carrera hice prácticas en una consultoría ambiental en Galicia, haciendo inventarios forestales y redactando proyectos.También colaboré con el Jardín Botánico de Madrid, manejando los pliegos en el herbario, y durante el quinto año de carrera, conseguí una beca de colaboración en el Departamento de Ecología, donde estudié el efecto de distintos tóxicos en diferentes especies vegetales.
Pero quizá lo que más importancia tuvo a la hora de conseguir mi empleo en la IUCN es que me escapé un año a UK con una beca Erasmus. Allí, aparte de mejorar mi inglés me familiaricé con otros enfoques a la gestión y conservación del medio ambiente y pude aprovechar un programa de trabajo de campo en Kenia a través de la universidad.
Tras terminar la licenciatura, volví a UK para hacer un máster en Conservación de Biodiversidad. Durante el máster, participé como voluntaria en un proyecto de control de especies invasoras y en distintos eventos de comunicación ambiental.
Mientras estudiaba el máster, conseguí unas prácticas en IUCN en Bruselas, y mi universidad inglesa me permitió compaginar las prácticas con el máster. Tras 6 meses de prácticas me contrataron en IUCN, y aquí llevo ya más de un año y medio.
Fue un periodo muy intenso, trabajando a tiempo completo y finalizando el máster y la tesis por las noches… pero mereció la pena.
¿Cómo es un dia normal en tu oficina?
Casi cada día, lo que hago más a menudo es hablar con mucha gente :)Dependiendo de la fase del proyecto en la que esté, los días pueden ser muy diferentes: desde formar a expertos taxonómicos en aplicar las Categorías y los Criterios de la Lista Roja, a redactar propuestas de proyectos, o a presentar los resultados de la Lista Roja en conferencias o seminarios, tanto para el público general como a nivel institucional en la Comisión o el Parlamento Europeo.
Por ejemplo, ahora estamos en la fase de inicio de un proyecto muy grande, que incluye varias listas rojas. Esto implica identificar expertos regionales y coordinadores, y organizar varios tipos de talleres: por ejemplo, talleres de “entrenamiento” en la aplicación de las pautas de selección de especies, o en el uso de nuestras bases de datos.
Ahora mismo estoy preparando un taller en el que evaluaremos especies de saltamontes y grillos en los Alpes franceses, e incluiremos alguna jornada de campo para aprender a identificar las distintas especies.
También, trabajando aquí en Bruselas, hay infinidad de seminarios, reuniones, conferencias… y nos invitan como expertos independientes a muchas de estas charlas. Por ejemplo, hace poco presenté la Lista Roja de abejas en el directorado de Agricultura.
¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
Los días más divertidos son los de talleres y salidas de campo, donde conoces a los verdaderos expertos en la materia y aprendes de primera mano sobre la ecología y estado de las especies en distintas zonas de la geografía europea.Lo mejor es el contacto con los expertos, ya que cada día se descubre algo nuevo y nunca se deja de aprender. También es muy satisfactorio ver el ciclo de un proyecto de principio (desde la redacción de una propuesta) a fin (con el resultado final de una publicación), y sobre todo ver que los resultados se toman en cuenta para proceder con acciones de conservación y son útiles para concienciar a la ciudadanía y a los políticos, como los resultados de la Lista Roja Europea de Abejas.
¿Y los peores momentos?
En ocasiones se echa de menos la falta de trabajo de campo, y ver a diario las especies que estás intentando proteger...Es también difícil ver que siempre faltan fondos para realizar más investigación y que a veces el conocimiento científico que proporcionamos no se toma en cuenta o no hay suficientes recursos como para traducirlo en acciones de conservación directas.
¿Qué te gustaría hacer en un futuro en IUCN (o fuera?)
Me gusta mucho la idea de trabajar en proyectos de investigación como hasta ahora, y también me agrada el hecho de poder traducir estos proyectos a conservación directa, así que me gustaría seguir por esta línea, combinando ambas opciones.¿Cuales son las asignaturas de la carrera que más te han servido en “la vida real”?
Asignaturas técnicas como GIS o Estadística son siempre muy útiles, aunque la asignatura que tuve en Gestión de Proyectos es la que más habilidades prácticas me ha dado a la hora de trabajar con proyectos internacionales.¿Has hecho algún otro curso que te haya resultado especialmente útil?
Durante mis estudios he seguido muchos cursos en diversas materias: energías renovables, gestión de aguas, etc. Sin embargo, de forma independiente he realizado otros a través de plataformas online como Coursera, que han sido realmente interesantes, como por ejemplo uno en Comportamiento Animal impartido por la Universidad de Melbourne.¿Qué habilidades concretas son las más valiosas para tu trabajo y cómo las conseguiste?
Hablar en público es esencial a la hora de impartir talleres y hablar con gente de grupos muy variados (científicos, periodistas, público general, políticos...). Aprendí desde la universidad a la hora de presentar los trabajos, aunque cada vez que se imparte una presentación se aprende algo nuevo para mejorar.Aunque IUCN tiene 3 idiomas oficiales (inglés, francés y español), la organización trabaja con expertos de todo el mundo, y manejar varios idiomas es muy valioso. El inglés es por supuesto imprescindible, y vivir en un país de habla inglesa me ayudó a mejorar muchísimo.
Otra habilidad necesaria es el pensamiento analítico: por ejemplo, para saber conectar todos los factores que entran en juego a la hora de evaluar el riesgo de extinción de una especie, y saber traducir el conocimiento científico en recomendaciones específicas en campo y legislativas.
En mi caso concreto, tener una buena base de conocimientos de ecología me ayuda a relacionar conceptos para obtener una visión global del problema que esté estudiando. Por supuesto, la experiencia de mi trabajo, revisando muchas evaluaciones, también es muy útil a la hora de entrenar mis habilidades analíticas.
Pero, sobre todo, lo que más te puede ayudar en cualquier trabajo es ¡tener pasión por lo que se hace!
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1. Crea una red de contactos cuanto antes. Cuando te interese algo, no dudes en preguntar cómo puedes ayudar e involucrarte.
2. Haz voluntariado y sigue formándote constantemente: En los voluntariados ganarás habilidades prácticas y conocerás a gente que esté trabajando en los campos que te interesen. También realiza cursos, lee, investiga, sal al campo, únete a grupos de monitoreo… ¡Siempre se puede seguir aprendiendo!
3. Aunque trabajar en IUCN o WWF sería fantástico, la competición es feroz. Una forma de ganar experiencia es colaborar primero con organizaciones locales o más pequeñas.
4. Asiste a charlas y conferencias para estar al día, descubrir posibles profesiones y ampliar tu red de contactos.
5. Usa tu experiencia (voluntariados, cursos, charlas....) para afinar al máximo tus gustos ¿Qué es lo que realmente te motiva? Cuanto más especifiques tu nicho, más sencillo te resultará identificar y entrenar las habilidades necesarias para conseguir el perfil de tu trabajo ideal.
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