¡Bicheando por el desierto! ~ Bioblogia.net

5 de junio de 2015

¡Bicheando por el desierto!

“For the truly adventurous”

Así se describe el Big Bend Ranch State Park en su página webEl parque natural para los realmente aventureros. 

Es el parque estatal más grande de Texas y sólo recibe unas pocas visitas al año, probablemente debido a su remota localización y a su agreste paisaje.

Además de compartir con el vecino parque nacional de Big Bend el mismo ecosistema del desierto de Chihuahua, el Ranch State Park está aderezado con escarpados cañones, el legendario Río Bravo, y un antiguo volcán (bueno, más correctamente una caldera) llamado El Solitario.

Las espectaculares vistas desde uno de nuestros lugares de acampada.

Con esa descripción, era imperativo visitarlo, y allá que fuimos un grupo de biogeofrikis la semana pasada, aprovechando que el lunes coincidía con el Memorial Day.

Aunque ya habíamos estado cerquita de México, ésta vez nos aproximamos, literalmente, a un tiro de piedra, ya que el Río Bravo, a su paso por el parque, actúa de frontera natural. El río apenas nos sobrepasaba las rodillas, así que era muy fácil jugar a "Ahora estoy en USA! Ahora estoy en México!"


El río Bravo (o Río Grande para los gringos)

Uno de los primeros encuentros faunísticos de nuestra escapada tuvo lugar de camino a nuestro destino, en una carretera poco transitada.

Aquí tenéis a la serpiente ratonera de las planicies (Pantherophis emoryi), un ofidio no venenoso que, como la mayoría de ratsnakes, mata a sus presas por constricción.

Pantherophis emoryi

Una inauguración de nuestro viaje muy adecuada, ya que, como aprendí más tarde, el epíteto específico emoryi hace honor a William Hemsley Emory, un cartógrafo famoso por los detallados mapas que hizo de la frontera texana con México. Emory también dio nombre al pico más alto del Big Bend. Como véis, una serpiente muy local.

Era bastante tarde, pero esta preciosidad de culebra nos había quitado el sueño de repente. Tras sacar unas fotos, la convencimos de que la carretera no era el mejor lugar para pasear y proseguimos nuestro viaje, ahora todos atentos a las ventanas, escudriñando la oscuridad en busca de animales.

Esa noche no vimos más ofidios, pero durante el día, ya en el parque, encontramos varias nuevas especies. Entre ellas, esta elegante dama:

Central Texas Whipsnake (Masticophis taeniatus)

Masticophis taeniatus  (la chirrionera rayada??)  tampoco es venenosa, pero compensa su falta de defensas químicas con una endiablada velocidad. No se dejó fotografiar en el camino durante mucho tiempo; rápidamente se escondió entre un grupo de afilados cactus.

Aquí la podéis ver burlándose de nosotros desde su acorazado refugio.



Una de las sorpresas más excitantes del viaje la protagonizó otra serpiente que estaba deseando ver por primera vez:

¡Una cascabel!


Crotalus atrox o Crótalo diamante occidental.
Nos la encontramos en mitad del camino, tomando el sol, probablemente para ayudar a la digestión de algo enorme que debía haber cazado hace poco. En esta foto también se puede apreciar el patrón blanco y negro del final de la cola, distintivo de la especie.

Gordita gordita...

Como seguro sabéis, los crótalos se caracterizan por su famoso cascabel en la cola, con el que la serpiente avisa al que quiera escuchar de que es mejor guardar las distancias.

Si uno no hace caso del aviso, se arriesga a recibir un mordisco cargado de veneno hemotóxico.

Crotalus atrox no tiene un veneno muy potente comparado con otras serpientes de cascabel, pero un mordisco suyo puede ser bastante peligroso, debido al gran volumen de veneno que puede inyectar a través de sus colmillos especializados.

Yo por si acaso trataré de mantenerme siempre a distancia de estas bellas criaturas. No sólo por su veneno sino por la consecuente y mucho más temible ira de mi madre si tiene que irme a visitar a un hospital texano.

Aquí os dejo unas últimas imágenes de C. atrox, sugiriendo amablemente que mi cámara y yo nos marcháramos con viento fresco.

Fijáos cómo usa la lengua para "saborear olores"

Hablando de dolorosos y potentes venenos, también en esta ocasión vimos por primera vez unos insectos de espectacular comportamiento: Las terribles avispas de los géneros Pepsis y Hemipepsis. 

Foto de Mirjam Amcoff (ella hizo la foto, quiero decir)
Esta enorme avispa (mide hasta 5 cm, con un aguijón que puede llegar a los 7 mm) es uno de los insectos con la picadura más dolorosa del mundo según el índice Schmidt.

El Dr. Schmidt es un bravo entomólogo que trabaja estudiando las defensas de los insectos. En el transcurso de su carrera ha tenido ocasión de experimentar en sí mismo el efecto de todo tipo de picaduras. Como buen científico, en vez de sólo llorar, decidió poner a disposición de todo el mundo su experiencia, elaborando un ranking de dolor, en el que las avispas Pepsis ocupan el máximo nivel, descrito por Schmidt como:

“Un dolor inimaginable, cegador, terriblemente eléctrico. Como si un rayo atravesara la zona de la picadura. El dolor es tan inmediato e intenso que cualquier ilusión por vivir desaparece”

El único alivio es que este dolor sólo dura unos minutos, y por eso el Dr. Schmidt lo considera sólo un escalón debajo del dolor producido por la picadura de la hormiga bala (Paraponera clavata). Y es que a esta hormiga también se la conoce como “Hormiga 24”, ya que 24 horas pueden pasar hasta que el dolor de su picadura -tan intenso como el de la Pepsis- comience a atenuarse.

Pero volviendo a las Pepsis... ¿para qué necesitan estas avispas un veneno tan potente?


Las avispas adultas de los géneros Pepsis y Hemipepsis se alimentan del néctar de las bellas flores del desierto. Por lo visto les gusta tanto que a veces hasta se emborrachan con los delicados y frutales fermentos y tienen que volver a pata a casa porque hacen eses al volar.

Pero antes de disfrutar de esta dieta tan hippie, pacífica y vegetal, han de pasar por una fase larvaria mucho más salvaje y violenta.

Las larvas de esta avispa hippie comen tarántulas (!)


Una tarántula texana (Aphonopelma sp.) Y sí, es mi mano. Sorry, mami.
Una mañana soleada, después de atiborrarse de néctar en su asclepia habitual, la hembra de avispa recibe la llamada de la naturaleza y decide que ya es hora de crear una familia. Para ello, lo primero es encontrar una gorda y sabrosa tarántula.

Tras un accidentado vuelo entre los cactus (demasiado néctar otra vez), nuestra protagonista localiza una posible presa asomándose desde su agujero.


¡Es perfecta! Mediante un breve forcejeo, la avispa consigue sacar a la tarántula de su refugio y, después de girar hipnóticamente alrededor de ella durante unos minutos, logra clavarle su soberbio aguijón. 

Ignoro si la tarántula sufre tanto dolor como el Dr. Schmidt, pero lo que sí sabemos es que el veneno de la avispa paraliza al arácnido completamente, sin llegar a matarlo.

¿Por qué? La razón es escalofriante, pero al mismo tiempo es un ejemplo fantástico de comportamiento especializado:


La avispa arrastra la tarántula paralizada al interior de un agujero (en este caso, el propio refugio que utilizaba la tarántula; en otras ocasiones, la avispa excava uno ella misma) y deposita un único huevo junto a la tarántula.

Cuando el huevo eclosiona, la larva de avispa usa sus mandíbulas para abrirse paso al interior de la tarántula paralizada. Durante semanas, se alimenta de las entrañas de la araña cautiva, evitando los órganos vitales en la medida de lo posible, para que su despensa se mantenga viva (y fresca).

Cuando la larva ha devorado casi toda la tarántula, se transforma en pupa y, al poco tiempo, una nueva y bella avispa surgirá del agujero, sedienta ahora de dulce néctar.

Tremenda la avispita ésta, ¿eh?


Estas feroces avispas tienen pocos enemigos. pero entre ellos hay un viejo conocido del que hablamos el otro día:

Parece que falta medio correcaminos en la foto

¡El correcaminos! 

Uno de los pocos habitantes del desierto que se atreven con la Avispa Caza Tarántulas. Aunque el individuo de la foto no parece muy aguerrido...
Os prometo que seguiré intentando conseguir una foto buena de un correcaminos en condiciones.

Finalmente, para compensar un poco por todo el veneno y violencia con los que os he salpicado hoy, voy a terminar la entrada con este bichín tan majo.



Se llama Chivirín saltarroca (Salpinctes obsoletus) y pertenece a la familia  Troglodytidae,  la misma que acoge a un conocido pariente europeo de igualmente azucarado nombre: el Chochín (Troglodytes troglodytes).

El macho de chivirín es un galán capaz de interpretar más de 100 canciones distintas, aunque no siempre muy originales, ya que los vecinos se terminan copiando unos a otros. Lo mismo ocurre en la especie humana, así que no tenemos nada que reprocharle.

El comportamiento más curioso del chivirín tiene que ver con sus habilidades arquitectónicas. Estas aves anidan en agujeros ocultos entre rocas y, como muchas aves, recolectan plumas, hierbas, pelo, hojas y otros materiales blandos para hacer un confortable nido para sus polluelos.

Pero además,  el chivirín acarrea hasta kilo y medio de piedras y las coloca en la entrada de su nido, creando una conspicua alfombra pétrea.

Durante mucho tiempo se ha elucubrado acerca de este comportamiento. ¿Por qué esforzarse en ocultar el nido entre las rocas, para luego señalar la entrada con una enorme alfombra de piedras?
Dos investigadores decidieron estudiar este comportamiento, y publicaron un artículo a principios de 2015 donde explicaron las posibles ventajas de amontonar piedras en la puerta de casa.

Según los datos recolectados por los investigadores, los nidos con piedras estarían más protegidos contra lluvias torrenciales e inundaciones.

Además, la presencia de piedras cambia el sonido que llega al interior del nido, es decir, que un predador que se acercase al nido delataría su presencia al pisar sobre las piedras. Así, los inquilinos del nido podrían tener tiempo suficiente para escapar.

¡Un nido con sistema de alarma!

Y con este comportamiento tan curioso me despido por hoy. Espero que hayáis disfrutado tanto como yo conociendo a estos habitantes del desierto texano.





Thanks to Robby, Will, Roger, Mirjam and Naiara for their help identifying animals and for a great trip!



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