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28 de junio de 2019

Tras los pasos de Miguel de la Quadra-Salcedo: Mi experiencia guiando una expedición al Amazonas con la British Exploring Society (Parte II)


Ésta es la segunda parte de mi experiencia siguiendo los pasos de uno de los héroes de mi infancia, Miguel de la Quadra-Salcedo, con la ayuda de British Exploring Society.

Si no has leído la primera parte, te recomiendo empezar a leer por el principio.


La Expedición

Es extremadamente difícil transmitirte con simples palabras la explosión de sensaciones que te produce el pasar cinco semanas durmiendo en una hamaca en la selva. La única forma de entenderlo es experimentarlo por ti mismo.

Foto: Hannah Findlay
Despertarte con la espectacular llamada de los monos aulladores. Rendir homenaje a un amanecer épico, mientras hacemos un muestreo de aves frente al río. Disfrutar del desayuno, compartiendo sueños vívidos anti-maláricos, morriña del hogar, y divertidas anécdotas de nuestras expediciones nocturnas a las letrinas.

Planear el día sobre el mapa, asignando roles en el equipo. Haciendo el petate, con el machete, el pan del camino, y nuestros instrumentos científicos. Comenzar la ruta, caminando en fila de a uno a través de la espesura, observando rastros, huellas, fauna y flora.



Muestrear arroyos, identificar mariposas, reptiles, anfibios, aves... Remontar el arroyo en busca de la fuente, abriéndonos paso entre lianas. Estableciendo un nuevo campamento satélite, colgando nuestras hamacas -echando a suertes los mejores árboles- y nuestras tiendas de campaña. Cocinar, cenar juntos bajo un toldo, mientras arrecia una lluvia torrencial pasajera. Contar historias, jugar, reir...



Decidir, una vez más, que esta noche por fin nos iremos a la cama temprano; cambiando al poco rato de opinión, porque hay que aprovechar cada noche en la selva y ya dormiremos cuando estemos muertos. Encender las linternas frontales y salir a buscar serpientes, ranas transparentes, amblipígidos, criaturas de leyenda.



Regresar al campamento destrozados, pero increíblemente contentos. Subir a la hamaca y caer rendidos, mientras tratamos de escribir en el diario, arrullado por los sonidos nocturnos, mecido suavemente por la brisa nocturna de la jungla.




¿Qué ha significado para mí participar como guía voluntario en las expediciones de la British Exploring Society?

Espera un minuto. ¡Estoy inspirando a jóvenes!¡En la selva! ¡Soy como Don Miguel! Photo: Alex Mallison.
Este momento de la foto es muy especial.

Es el instante en el que me di cuenta, de súbito: Finalmente, dos décadas después, había hecho realidad mi sueño de participar en la Ruta Quetzal… ... como guía de una expedición! Si te soy sincero, cuando solicité participar en una expedición con BES, ayudar a los jóvenes a desarrollarse como personas no era una de mis mayores motivaciones. ¡Yo sólo quería ir al Amazonas!

Por suerte, mis egoistas motivos no hicieron saltar ninguna alarma durante la entrevista de trabajo en Londres.

O quizá sí se dieron cuenta, pero el personal de BES sabía que no iba a importar: Esos chavales fantásticos iban a ganarse mi corazón y a convertirse, inevitablemente, en la parte más memorable de esa experiencia. Y, en última instancia, se convirtieron en la verdadera razón por la que sigo participando en sus expediciones año tras año. Y si esto no fuera razón suficiente, ahora te contaré otro montón de cosas increíbles que conseguí tras unirme a esta organización.

Muchas más aventuras épicas

Tras aquella primera experiencia, volví a la civilización sediento de más aventuras. BES dijo "ok". Y me lanzaron un nuevo reto: Explorar el Yukon Canadiense, esta vez como jefe científico de la expedición. Osos, lobos, alces, la Aurora Boreal, recorrer en canoa la distancia equivalente entre Londres y París....




Tras la expedición con los jóvenes, incluso me asignaron la misión de explorar un área nueva, junto a un compañero de la expedición. Alquilamos un todo terreno, una canoa doble, y estuvimos viviendo aventuras espectaculares durante una semana más, diseñando itinerarios para posibles expediciones futuras con nuestros jóvenes exploradores.



Fue ÉPICO.
Después de aquello, participé en un programa piloto en Inglaterra y después en una expedición por Escocia el pasado Abril. Y este verano, ¡se acerca la Aventura con mayúsculas! Una travesía épica a las tierras de las sagas nórdicas.

Navegaremos desde Escocia hasta Islandia, en uno de los barcos veleros más grandes del mundo. ¡Un verdadero barco pirata!

Hicimos un viaje de prueba el pasado Octubre y fue una experiencia única 👇




Y cuando llegemos a puerto en Islandia... ¡Expedición! Escalaremos volcanes, cruzaremos ríos, seguiremos rastros de zorros árticos... Quizá aún quedan plazas libres, por si te quieres apuntar...

¡Unete a nosotros y seguiremos juntos los pasos de Odín, como verdaderos Vikingos!
Yo ya he dejado de afeitarme del todo.

Conociendo a seres humanos excepcionales

Jim Rohn, un empresario americano que daba charlas de motivación dijo una vez:
“Eres la media de las cinco personas con las que pasas la mayor parte de tu tiempo.”
Pues bien, si guiar a jóvenes fue una experiencia memorable inesperada, pasar todo ese tiempo trabajando de forma intensiva junto a otros guías, personal y miembros de la organización fue, sin duda, el catalizador del comienzo de una época dorada de mi vida.

(Mmmm... dicho así suena como si ahora yo fuera una de las Chicas de Oro...)


No, ya en serio. Gente excepcional. Mi "media" ha crecido exponencialmente tras conocerlos y aún está aumentando. Como dije en esta otra entrevista que hice para BES:
“British Exploring Society consigue reunir un tipo muy especial de persona para trabajar en sus expediciones - expertos en pensar de forma original, gente de increíble talento que se atreven a ser diferentes y a los que encanta compartir su entusiasmo"

El efecto que esta gente maravillosa tiene en mi vida va desde lo más personal a lo más profesional, y no tengo el espacio o el tiempo aquí para darles las gracias a todos. Vosotros sabéis bien quiénes sois y cuánto os aprecio.

Lo que compartiré aquí hoy es un par de ejemplos de la generosidad y excelencia de esta gente, y el efecto dominó que sus acciones desinteresadas tienen aún en mi vida.

Alex Gregory y hablar en público

Hablar en público siempre me puso nervioso. Especialmente, los momentos previos. Durante el doctorado, e incluso ya de postdoc, cuando tenía que presentar algo en un congreso o una simple charla para el departamento, siempre me ponía nervioso varios días antes del evento, alcanzando un nivel de terror tipo Chernobyl los segundos antes del show.

Era un poco más fácil cuando la charla no tenía que ver mucho con mi trabajo y el síndrome del impostor era un poco más suave. De todas formas, imagina el terror que atenazó mis entrañas cuando BES me invitó a hablar brevemente sobre mi experiencia como científico en sus expediciones, y el lugar de la charla era... ...en la Royal Geographical Society! ¡Imagínate! Gentecilla como Darwin, Wallace, Livingston, Burton… probablemente todos ellos dieron charlas allí! Yo hice lo que pude 😅

Había muchas caras amables entre el público que conocía: otros guías de expedición, el personal de BES... pero también había montones de gente famosa a los que no quería mirar, no fuera a ser que se me olvidase cómo hablar inglés.

Uno de ellos era Alex. Alex Gregory es un campeón olímpico con dos medallas de oro, un aventurero profesional, explorador ártico, autor y, lo más importante para esta anécdota, un orador experimentado y motivador.

Como antiguo expedicionario y, hoy en día, como Mecenas y Miembro de Honor de la Sociedad, Alex estaba sentado en una de las filas delanteras, mientras yo tartamudeaba cosas sobre Ciencia y Aventura desde el estrado, con mi peaso de acento Ejpañol.

Cuando terminé de hablar y bajé las escaleras, Alex se acercó, me dio la mano...

Y me dijo algo que, de alguna manera, tuvo uno de los efectos más dramáticos hasta la fecha en mi persona.


No sé cómo lo hizo, si es que es hipnotizador o algo... Pero sus palabras casi me han curado del todo! Ahora, cada vez que subo a algún estrado a hablar en público, se me aparece Alex ahí en plan Yoda y me dice: "Bien tú lo harás".
Y palante como los de Alicante.
No me extraña que se lo rifen las empresas para dar charlas...
Thank you, Alex :)

Emma y la selva

Emma Brennand es una productora independiente de cine y televisión, y una aventurera que se apuntó a ir al Amazonas el año pasado como guía audiovisual de la expedición. Aparte de servir de mentor y guía, Emma acarreó toneladas de material de filmación y grabó cientos de horas de video, para dar este precioso regalo a los jóvenes exploradores.

De vuelta en Bristol, donde ella vive, se pasó por las oficinas de la BBC Natural History Unit para saludar a sus colegas - ¿He mencionado que trabaja allí a menudo, en cosas como Planet Earth II? Quizá te suene ese documental...
Pues pasaba por allí, como te digo, y escuchó que su amigo Chadden Hunter - también una leyenda como productor y director de documentales super-famosos de naturaleza- estaba buscando un biólogo bilingüe para dar apoyo a una expedición a la selva.

Unos días más tarde, estaba yo de ruta mochilera por el norte de Extremadura, cuando recibí uno de los emails más emocionantes que un biólogo puede leer. Y unas semanas más tarde, Fernando, el fiel admirador de Don Miguel, volvía a seguir sus pasos... trabajando en este documental:


Emma (and Chadden!), you rock!

Trabajar con BES me ayudó a superar un momento difícil en mi vida

¿Sabes por qué estaba siendo tan difícil para mí escribir aquel proyecto de postdoc del que te hablaba en la primera parte de este artículo?
Estaba quemado. Está ocurriendo mucho últimamente en la Academia. La razón principal es que el puesto de trabajo más codiciado, el que todo el mundo que trabaja en ciencia desea y tiene en mente, es también el más difícil de conseguir.


“The Scientific Century: Securing our Future Prosperity”, Royal Society Policy document, 2010.
Pero mi problema no era ése. A ver, no quiero decir que para mí hubiera sido fácil conseguir una plaza de catedrático. No, claro que no. ¡Mi problema es que yo no estaba seguro de querer ese trabajo! La cosa es que yo estudié biología porque me gustan los animales. Me gusta el campo.

Sin embargo, la mayor parte de IPs (investigadores principales, profesores, jefes de grupo de investigación) que conozco pasan la mayor parte del tiempo más o menos haciendo esto: 1) Pidiendo proyectos 2) Enviando a estudiantes al campo a por datos 3) Arreglando lo que esos estudiantes escriben tras analizar los datos. Hay unos pocos con suerte (y/o muy inteligentes) que consiguen ir al campo unos días, quizá unas semanas o un mes, a lo sumo. Pero normalmente tienen que volver a toda prisa a su despacho, a dar de comer a algún monstruo burocrático que odian.
Yo no me había partido los codos estudiando y currando tan duro todos estos años para terminar en un despacho, pero ahí era exactamente donde el sistema me estaba empujando. Y, ¿cuál era la alternativa? "¿Lo vas a dejar ahora?" "¿Tanto esfuerzo para nada?" Tenía la cabeza como un bombo.

Pero resulta que el problema era fácil de solucionar. Estaba demasiado estresado. Y había olvidado algo muy importante que dijo una vez Richard Feynmann (¡otro de mis héroes!):
"No pienses demasiado en lo que quieres ser. En vez de eso, concéntrate en lo que quieres hacer".
La gente que conocí en BES me ayudó a recordar esa sutil pero importante diferencia. Ahora hago más de las cosas que me gustan, incluyendo algo que no sabía que se me daba bien: Ayudar a jóvenes a desarrollarse como adultos seguros de sí mismos.

¡Y no sólo en expediciones! Justo hoy termina el plazo para apuntarse al curso en el que colaboro como profesor, ayudando a encontrar trabajo a gente que esté empezando su carrera en conservación.
Y quizá mi experiencia convirtiéndome en biólogo mercenario pueda servirle también a gente "no tan joven" que esté pasando por una situación similar... "no tan joven" 😂 No os preocupéis, amigos más "mayores". Permitidme terminar este artículo tan largo con una última historia.

Hace unos días hablé por teléfono con Sol de la Quadra-Salcedo, la hija del héroe de mi infancia. 

Sólo quería pedirle permiso para usar algunas fotos de su padre, pero terminamos hablando durante 40 minutos sobre expedicions, jóvenes expedicionarios, y sobre la energía infinita de su padre.

Casi al final de la llamada, me contó cómo fue aquel día en el que Miguel, con 84 años y ya casi permanentemente confinado a una cama, se arrancó goteros y oxígeno, y se escapó del hospital para estar, una última vez, con sus expedicionarios, los ruteros.

Los recibía en audiencia el Rey de España en su Palacio Real. Cuando Miguel apareció allí, perseguido por los médicos, el Rey soltó una carcajada y dijo: "Ya te conocemos, Miguel, sabemos que no hay nada que te frene"


*****************************

Gracias, British Exploring Society, no sólo por cambiar las vidas de los jóvenes exploradores, sino también las vidas de sus guías de expedición. Espero seguir guiando expediciones con vosotros, al menos, hasta que tenga 84 años y me persigan los médicos por la calle.

Al fin y al cabo, como Don Miguel dijo una vez:
"Encontré aquello que Ponce de León tanto buscó, el elixir de la eterna juventud: He descubierto que consiste en mantener la curiosidad y rodearte de gente joven. Si haces eso, nunca envejecerás"






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27 de junio de 2019

Tras los pasos de Miguel de la Quadra-Salcedo: Mi experiencia guiando una expedición al Amazonas con la British Exploring Society (Parte I)


Hace un millón de años, allá por 1994, un Fernando mucho más jovencito que el que esto escribe estaba comiendo leche con galletas delante de la tele.


Sus ojos estaban fijos en la pantalla y la cuchara goteaba leche, a medio camino entre el tazón y la boca abierta. ¡Su programa favorito iba a comenzar!

El programa se llamaba “La ruta Quetzal” y Fernando soñaba con participar.

Cada año, un grupo de suertudos (quiero decir: creativos, inteligentes…) chavales se iba de expedición por Iberoamérica, para aprender sobre su cultura e historia.

A mí, he de confesar, por aquella época, la cultura y la historia me la traían un poco al pairo. Bueno, tampoco es eso, pero en comparación, lo que me motivaba de verdad, lo que me hacía verter la leche con galletas en la faldilla del brasero, eran las imágenes de los chavales en la selva, bajando en canoas por el Amazonas, dando machetazos a través de la espesura.

Uff, cómo se me caía la baba con la selva.

Y encima no se iban solos. No, los guiaba uno de mis héroes: 

Don Miguel de la Quadra Salcedo.



Don Miguel


A ver, jóvenes lectores. A aquellos de vosotros que no lo conocísteis... ¿Cómo os os puedo transmitir lo increíble que era don Miguel? Venga, os cuento un poco sobre él:

Era la leche. Como una mezcla entre Indiana Jones y el Capitán América

Estudió agrónomos en los años 40, en Navarra, España. Allí, muy pronto descubrió que era bastante bueno lanzando cosas muy lejos, así que empezó a practicar jabalina, martillo y disco.
Acabó siendo campeón nacional 9 veces.

En los años 50, un paisano navarro le enseñó una forma diferente de lanzar la jabalina, girando varias veces sobre sí mismo al modo pastor. Al poco de practicar ya superaba el record mundial por 20 metros (!). Vascos tenían que ser… 

Desafortunadamente, la federación internacional dijo al verlo “¡Dónde vas, animal! ¡Que vas a cargarte a alguien del público!” Y no le permitieron usar la técnica en los Juegos Olímpicos de Melbourne '56, donde seguro hubiera barrido.


En 1960 participó en los Juegos Olímpicos en Roma, viajando hasta allí desde España con su hermano, los dos en una vespa. Más tarde, ese mismo año, fue a Chile, a participar en los Juegos Iberoamericanos. 

Allí Miguel se empezó a desmadrar un poco más. Cuando el resto de la delegación española volvió a casa, Miguel decidió aprovechar el viaje y quedarse por la zona. Se hizo camionero en los Andes, y cuando ahorró algo de dinero, se compró un pasaje para ir a la Isla de Pascua. 

A los tres meses se había aprendido todas las leyendas e historias de todas las piedras de la isla. El pobre se aburría. ¿Cómo escapar de la isla?

Fácil: se enroló en un barco ballenero 🤦‍♂️

Con el dinero que ahorró emulando al capitán Ahab, se compró una cámara y varios rollos de película y se fue al Amazonas, donde estuvo perdido durante 3 años. 

Allí vivió todo tipo de increíbles aventuras. Buscó oro, trabajó de guía, explorador y de investigador en etnobotánica para el gobierno colombiano. Se hizo amigo de mil y una tribus indígenas, a las que impresionaba con su habilidad en lucha greco-romana y lanzando la jabalina.

Cuando regresó a España, se fue a las oficinas de TVE, y dejó a todos con la boca abierta con las imágenes y videos que trajo del Amazonas. 


No hubo más remedio que darle un empleo como reportero.

Su primera misión fue en el Congo, donde casi muere rescatando el tesoro de unas monjas españolas. Le salvaron de morir, en el último segundo, unos amigos cubanos derrapando en un jeep frente al pelotón de fusilamiento. Como en una película de James Bond.


Así, durante un par de décadas, estuvo dando tumbos alrededor del mundo, cubriendo todas las guerras, desastres y conflictos. 

Su mujer, Marisol, otra aventurera, se iba con él a menudo. Se casaron en Japón y, en su luna de miel, se fueron juntos a cubrir la guerra de Vietnam. Juntos descendieron el Amazonas en una balsa de madera junto a su primer hijo, Rodrigo, en una gran aventura emulando la Jangada de Julio Verne.


Más tarde en los ‘70, empezó a grabar documentales históricos sobre aventura y exploración: Marco Polo, Amundsen, Orellana… 

En algún momento debió pensar que se estaba encasillando, así que se buscó otro entretenimiento: Se unió al Circo Ruso, como domador de leones (!)

Es casi imposible seguir el rastro de todas las cosas que hizo...

Hombre, pues claro que también entrenó en Texas para ser astronauta!😂
La mejor parte comenzó en 1979, cuando el Rey de España le sugirió que organizase un evento de aventura y cultura anual para jóvenes con el objeto de recuperar y fortalecer los lazos históricos y culturales que unen a España con Hispanoamérica. 

¡Y así nació la Ruta Quetzal! Chavales de todos los países de habla hispana, más Portugal y Brasil, juntos en expediciones increíbles, explorando lugares históricos en España y América.

¡Y dando machetazos por la selva! 

Y es que, como dijo García Lorca al volver de Buenos Aires: "El español que no conoce América no conoce España". (Voto a Dios que así es, me dice siempre mi amigo Pedro Llanillo, ex-participante de la Ruta Quetzal, viviendo ahora en Chile).



¿Te imaginas qué pasada participar en una de esas expediciones?

Pues, desafortunadamente, yo también me lo tuve que imaginar, porque nunca me seleccionaron :(

Pero...

20 años más tarde...

Septiembre de 2016. Un no tan joven Fernando está comiendo leche con galletas frente a la pantalla (sí, qué pasa, me siguen gustando).

La cuchara otra vez a medio camino, goteando sobre unos papeles. Pero ahora no estoy mirando la tele, sino 35 pestañas del chrome, papers sobre parásitos de peces y una página de Word con cuatro párrafos inconexos

Llevaba toda la mañana tratando de avanzar en mi proyecto, mi plan para solicitar financiación para mi siguiente contrato de investigador postdoctoral. Y la cosa no iba bien, me estaba quedando dormido.

Y así, con esa habilidad extraordinaria que tiene mi cerebro para procrastinar, me puse a pensar en la selva.


Una cosa llevó a la otra y acabé en iNaturalist, que me llevó a la wikipedia, que me llevó a realizar en google búsquedas tan complejas como “trabajo selva biólogo” o “scientist jungle adventure”.

Y entonces me topé con esto:


British Exploring Society

British Exploring Society es una organización benéfica británica que lleva desde 1932 organizando expediciones a lugares remotos. El principal objetivo de estas expediciones es proporcionar experiencias enriquecedoras a través de la ciencia y la aventura a jóvenes valientes.

¡Como las expediciones de Don Miguel, pero en plan científico! Ahí es na.

Esta organización, para mi gozo, buscaba un biólogo aventurero que quisiera participar, de manera voluntaria, en una expedición a la Amazonía Peruana.
En 15 minutos había enviado la solicitud. Reconozco que era más fácil que escribir mi proyecto, pero aún así me sorprendió lo poco que me costó rellenarla: ¡Una señal inconfundible de las ganas que tenía de escaparme!

A los pocos días recibí la alegre noticia: Había sido seleccionado para una entrevista en Londres, en la sede de BES, que no es otra que el emblemático edificio de la Royal Geographical Society (!), y me daban a elegir entre varias fechas a finales de Noviembre.

Iba a ser interesante, ya que justo cuando me llegó el correo estaba mudándome de vuelta a Suecia después de dos años viviendo en Texas, e inmediatamente después de llegar a Estocolmo, tenía que cambiar de mochila e irme un mes a Zambia a hacer trabajo de campo… hasta finales de Noviembre.

Iba a estar más perdido en esa entrevista que un garaje en un pulpo.

¿Y aquel proyecto para el postdoc? No volví a abrir aquel archivo...

Mi casa frente al lago Tanganyika

La entrevista


El 20 de Noviembre aterricé en Estocolmo con jet-lag, una infección de oído gordísima y, probablemente, una docena de parásitos africanos después de un mes buceando en el lago Tanganyika.

Unos días después, agarré mi petate de mano, un vuelo de esos de ir de pie, y me fui todo contento para Londres.

He intentado varias veces quedarme a dormir en el Museo de Ciencias Naturales, pero siempre me acaban echando. Esta vez me quedé en un albergue que hay enfrente y así, al menos, podía babear mirando por la ventana.


Como te contaba antes, para la entrevista me habían citado en la sede de la Royal Geographical Society, alli frente a Hyde Park. ¡Tener ahí al dr Livingston mirándote le daba bastante caché a la cosa!


Allí me encontré con un montón de gente que también venía a la entrevista. 

Nos habían sugerido que vinieramos preparados para posibles actividades al aire libre, así que aquello parecía el campo base del Everest: botas, mochilas, brújulas, goretés… Enseguida empezamos a charlar y a descubrir que éramos todos unos frikis con mentalidades similares.

Nos llevaron a una sala y allí nos presentamos, uno por uno, describiendo brevemente nuestros perfiles y diciendo en qué rol y expedición estábamos más interesados.

Después nos pusimos a jugar todos juntos en plan colaborativo (típica entrevista grupal, bajo la atenta mirada de los organizadores). Los juegos estaban diseñados para mostrar cómo nos desenvolvemos en grupo. Nuestra asertividad, liderazgo, capacidad de conciliación... La verdad es que fue muy interesante… ¡y una risa! 

Mi consejo para este tipo de entrevistas: relájate y diviértete. 


Más tarde nos proporcionaron unos mapillas así un poco especiales (con pequeños errores y trampas) y nos pidieron que, en pequeños grupos, organizásemos una expedición por Hyde Park, donde tendríamos que realizar varias pruebas y dar una pequeña charla relacionada con nuestra especialidad.

Yo no había tenido tiempo de preparar nada, pero empecé a hablar del comportamiento de las aves y de cómo se comunican a través del color de su plumaje. Como siempre, me emocioné contando anécdotas y curiosidades y parece que aquello les gustó.

Por último, tras el almuerzo, nos entrevistaron individualmente, profundizando en nuestra experiencia y tratando de averiguar cómo responderíamos ante diversos escenarios.


La verdad es que fue una de las entrevistas más completas que he realizado nunca, lo cual dice mucho de la Sociedad. Tanto esfuerzo y cuidado a la hora de seleccionar el equipo de guías explica porqué las expediciones acaban siendo una experiencia inolvidable para todos los afortunados que participan.

Y, bueno, ¡esta vez sí que fui uno de los afortunados! 

Al poco tiempo de regresar a Suecia me confirmaron que había pasado el “assessment” y que era ya guía aprobado de la British Exploring Society. Y unas semanas más tarde me confirmaron que tenía plaza asegurada en la siguiente expedición a la Amazonía Peruana como “Science Leader”. Yippiiie!

El entrenamiento

No sólo la entrevista fue exhaustiva. Una vez confirmada nuestra participación como guías, empezaron a definirse los planes y, durante varios encuentros de fin de semana en distintos lugares de Inglaterra, recibimos un montón de formación general y específica para nuestra expedición.

El primer fin de semana fue una introducción al Ethos de la Sociedad, sus protocolos y filosofía. Recibimos un millón de seminarios sobre lo que significa ser un guía, cómo facilitar la comunicación, resolver conflictos, seguridad, e información específica sobre los distintos roles dentro de la expedición.


También fue una oportunidad estupenda para conocernos unos a otros. Compartiré una anécdota que muestra una vez más el excelente resultado del proceso de selección:

La noche del sábado, tras terminar los seminarios del día, nos sentamos junto a una mesa 7 u 8 personas. Allí había científicos, médicos, maestros, deportistas… Gente de muy diversos ámbitos y edades muy variadas. Comenzamos a charlar y, en algún momento, alguien contó una anécdota aventurera de un cruce de fronteras entre países remotos y exóticos. Todos reímos y una chica conectó esa anécdota con otra propia, cruzando otra frontera en algún lugar ignoto. De nuevo reímos y, una vez más, otra persona tomó el testigo y contó otra batallita similar. Y así, de forma casual, uno por uno, todos los presentes en aquella mesa terminamos contando una anécdota fronteriza. ¡Todos! 

Sin lugar a dudas, una de las mejores ventajas de formar parte de la Sociedad es la oportunidad de conocer a gente tan loca como yo.

Al mes siguiente, nos reunimos de nuevo un fin de semana en un campamento de los Scouts, en una región muy bonita y agreste de Inglaterra: el Lake District. El objetivo, esta vez, era recibir formación específica sobre cada expedición.

Jess, una de nuestras médicos, practicando amputaciones
En nuestro caso, como miembros de la expedición Amazónica, practicamos técnicas de orientación, seguridad en zonas acuáticas, uso de herramientas (ahí todos dando machetazos), y aprendimos sobre medicina e higiene, fauna y flora locales, supervivencia y “bushcraft” (vamos, cómo apañárselas en la selva con pocos recursos). 

Por último, empezamos a definir los proyectos que llevaríamos a cabo y planificamos la logística de la expedición.

Conociendo a los expedicionarios

En Abril, nos reunimos en otro campamento Scout, cerca de Oxford, donde recibimos por primera vez a nuestros jóvenes exploradores. ¡Cuánta ilusión y ganas de aventura!

Allí les presentamos los planes de la expedición, conocieron a sus compañeros y a los que seríamos sus guías, y practicamos juntos múltiples escenarios como entrenamiento.

¡Alguien se ha roto un tobillo! ¿Qué hacemos?
Para ello, nos organizamos en “fires”, grupos más pequeños de 8-12 personas, llamados así desde tiempos inmemoriales por ser el número ideal de exploradores que se pueden reunir junto a una hoguera de campamento.

Cada fire suele tener como monitores fijos a un guía científico y un guía de aventura durante toda la expedición, y durante periodos cortos, una rotación de varios “trainee leaders” o monitores en prácticas, médicos, y otros integrantes del campamento base.

Mi monitora de aventura, Hannah Findlay, explicando cómo de grandes son las arañas en el Amazonas
Yo viví aquel fin de semana desde dos puntos de vista: Como guía, preparando y motivando a los chavales para la expedición, pero también como aquel joven Fernandito que soñaba con ir de expediciones. 

Fue fantástico ser testigo directo de la emoción que estarían sintiendo esos jóvenes exploradores, a punto de zarpar en la primera gran aventura de sus vidas.

En Mayo nos reunimos por última vez antes de la expedición, para realizar un curso intensivo de primeros auxilios. Algo que, por cierto, recomiendo encarecidamente a todo el mundo, vayas o no a una expedición. 

Espero que nunca tengas que poner en práctica lo que aprendas pero te aseguro, desde mi propia experiencia, que te alegrarás de saber un par de cosillas si la situación lo requiere.

Durante todo este tiempo, los integrantes del equipo de monitores estuvimos en contacto, planificando en más detalle la logística del viaje, los proyectos… y chafardeando, ya como amiguetes, en un infame grupo de whatsapp.

Ya estábamos listos para la expedición... 

Pero eso os lo cuento en la segunda parte :)



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